UNI35/ FÉLIX VARELA Y EL CIVISMO Autora MsC Concepción

uni-35/ félix varela y el civismo. autora: msc. concepción l. romero pérez. umcc introducción en la sesión constitutiva de la comisi

UNI-35/ FÉLIX VARELA Y EL CIVISMO.
Autora: MsC. Concepción L. Romero Pérez. UMCC
INTRODUCCIÓN
En la sesión constitutiva de la Comisión de Educación, Cultura,
Ciencia y Tecnología de la Asamblea Nacional del Poder Popular, para
el presente mandato, el Presidente Ricardo Alarcón de Quesada, brindó
información acerca de la ejecución en el país, de un plan integral
para la educación cívica de la población que, orientado por la propia
Asamblea Nacional, persiga el objetivo de lograr la reafirmación de la
conciencia ciudadana, la formación de valores y la elevación de los
conocimientos generales sobre la organización de la sociedad cubana.
Alarcón de Quesada destacó que en la ejecución de ese plan
participarán de manera directa los ministerios de Educación, Educación
Superior, Cultura y los medios de comunicación, entre otros organismos
y a la vez brindó una información y una valoración que compromete a
todos los que de una u otra manera tenemos una misión socializadora en
nuestra sociedad. Al respecto expresó: «A través de encuestas nos
hemos percatado de que hay desconocimiento por parte de la población
acerca de muchos temas, incluso del funcionamiento de nuestra Asamblea
Nacional. El que no sabe no es el culpable de su falta de información,
el responsable es aquel que no le enseña».
En los momentos actuales, en que la dirección del país hace un llamado
a la educación cívica de la sociedad cubana, remitirnos al pensamiento
cívico de Félix Varela Morales, constituye un antecedente histórico
importante a tener en consideración, a la vez que contribuimos a
resaltar la vigencia del ideario de quien fue fundador de nuestra
nacionalidad.
Este trabajo ha sido elaborado a partir del estudio de las Cartas a
Elpidio, obra considerada como una de las más valiosas escritas por
Félix Varela.
En el propio Glosario que acompaña a la reimpresión de las Cartas a
Elpidio, auspiciada por la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba,
se expresa que la cívica es la “Ciencia práctica que tiene como
objetivo preparar al hombre para vivir en sociedad y conocer los
derechos y deberes que tiene como persona y como ciudadano. A su vez
se destaca que el fin de la cívica “es salvaguardar la dignidad de la
persona humana y educarla para participar libre, consciente y
responsablemente en la sociedad civil” y se concibe como “fundamento
de la democracia”.
En el mencionado Glosario se reconoce a la denominada “actitud cívica”
como “aquella que se mantiene según los derechos, deberes y
correspondencia del ciudadano con su dignidad personal y con el
respeto a la convivencia pacífica”. En el presente trabajo cuando nos
refiramos al civismo, estaremos considerándolo como expresión de la
actitud cívica, caracterizada por la ética que ha de estar presente en
el modo de vivir del ciudadano.
En la actualidad esta ética se enrumba en dos direcciones muy
vinculadas entre sí: una que incluye la conducta correcta y respetuosa
entre los hombres, el respeto a los demás en las relaciones de
convivencia; y la otra, que integra “la cultura pública de
convivencia” por la que se rige o debe regirse una sociedad (Camps,
V.; Giner S. 1998, 14).
Estudiando la obra de Félix Varela se observa que atendió con todo su
magisterio ambas direcciones.
DESARROLLO
ANTECEDENTES NECESARIOS
Estudiar el pensamiento de un autor requiere tener en cuenta el marco
histórico en que se desenvuelve, en el momento en que se desarrolla o
plantea sus ideas, por ello acudimos al análisis que realiza Eduardo
Torres Cuevas de las circunstancias en que fueron redactadas las
Cartas a Elpidio.
Félix Varela Morales había llegado a Estados Unidos en 1823, desde la
posesión inglesa de Gibraltar, donde se tuvo que resguardar, tras el
fracaso del intento democrático en España, y la persecución a que fue
sometido por sus ideas.
En ese contexto, estaba al tanto de la situación existente en Cuba,
por lo contactos directos en Estados Unidos con Saco o Luz y Caballero
y por medio de la correspondencia con éstos y otros discípulos, que
desde La Habana, le exponían un panorama tanto en la esfera política
como religiosa, que avivó su intención de desarrollar un trabajo
ideológico y cultural (Torres-Cuevas, E., 1995, 363). A esta situación
interna de Cuba, caracterizada por la pugna entre las ideas de que la
solución del país radicaba en la copia de los modelos foráneos, contra
quienes mantenían la actitud de defensa de la autoctonía, se unía que
Varela conocía la realidad existente en los países de América Latina,
recién liberados de España, en los que no había cambiado la situación
del pueblo, mientras se deshacía el sueño unitario de Bolívar. Todo
ello ayudó a que resurgiera la idea vareliana de tiempos anteriores,
de “trabajar en la creación de la nación patriótica, antes de pensar
en la creación del Estado; porque el Estado debía resultar del
desarrollo de la propia conciencia nacional” (Idem., 347). El período
1826-1831 contempla por tanto un “repliegue táctico de Varela en el
plano político” (Idem., 249).
En 1932 se inicia una polémica con los teólogos protestantes
norteamericanos, representantes de la clase poderosa, haciéndose
evidentes las diferencias entre la moral católica y la protestante, y
sobre los análisis en torno a la sociedad. Varela previó conformar el
texto con las cartas acerca de la impiedad, que fueron publicadas en
1835; las relacionadas con la superstición, que vieron la luz en 1838,
y las dedicadas al fanatismo que no fueron publicadas, todas en
relación con el bienestar de los hombres, como expresa el propio autor
en el breve prólogo. A través del entramado de categorías religiosas,
Varela va exponiendo su concepción de las relaciones humanas y de la
participación ciudadana, y habiendo tenido como antecedente, la
publicación del trabajo “Espíritu público”, en la Revista Bimestre
Cubana, en 1834, ahora ahonda en el tema, con otro estilo, en
correspondencia con el momento de su creación.
Varela prevé que Cartas a Elpidio puede acarrearle “algunos enemigos”
por su sentido crítico, sin embargo, lo enfrenta con firmeza, seguro
de que sus convicciones son un valladar frente a la reacción de éstos.
La controversia que provocó su lectura, se extiende desde los
diferentes puntos de vista acerca de quién sería el destinatario de
las Cartas hasta los diversos criterios que se manifestaron a favor o
en contra del pensamiento vareliano, expresado en la obra.
Así fueron considerados destinatarios los discípulos de Varela, José
Ma. Casal o José de la Luz y Caballero, no faltó quien pensó en la
figura de José A. Saco como Elpidio y también éste fue identificado
con Juan Bernardo O´Gavan.
Según expresa Eduardo Torres Cuevas en “Félix Varela los orígenes de
la ciencia y la con-ciencia cubanas”, Elpidio resultó ser un personaje
imaginario, creado por Varela, como símbolo de la juventud cubana,
aludiendo al significado de “esperanza” que etimológicamente tiene el
nombre y vinculándolo con la consideración de Varela acerca de la
juventud, como dulce esperanza de la Patria. Lo cierto es que tanto en
el contenido general de la obra como en las alusiones directas a la
juventud, se muestran enseñanzas cívicas trascendentes para las nuevas
generaciones de la nación en germen.
Reiteramos que aunque aparentemente se trata de una obra cuyo fin
radica en defender la religión, el propio Varela aclara que su objeto
fue reflexionar acerca de la impiedad, la superstición y el fanatismo
en las relaciones con el bienestar de los hombres, lo que indica que,
aún vinculando su autor estos fenómenos con la religión, el propósito
trasciende ese entorno para dejar una enseñanza cívica de influencia
más amplia, hacia la convivencia humana y la actitud ciudadana de toda
la sociedad.
CIVISMO EN LA OBRA DE FÉLIX VARELA “CARTAS A ELPIDIO”
Encaminémonos a explicar cuál es la ética que singulariza el modo de
vivir propio del ciudadano, según el pensamiento de Félix Varela en
“Cartas a Elpidio”.
*
Varela dibuja la nación a la que aspira:
*
Garante de derechos y libertad, para todos los hombres, en
consonancia con la naturaleza humana. Sociedad libre del mal
de la esclavitud, que resulta incompatible con el desarrollo
de la nacionalidad cubana.
*
Portadora de contradicciones, a partir de la diversidad de
intereses, por lo que la autoridad ha de propiciar la
conservación de los derechos ciudadanos.
*
El poder que ostentan los gobernantes, ha de ser otorgado por
el pueblo, en ejercicio de su soberanía. Expone que lo que
verdaderamente apoya a los gobernantes radica en su propia
virtud, el amor al pueblo y la justicia de sus leyes.
*
El sustento de la nación, ha de estar radicado en el ideal de
justicia, el destierro de la corrupción y la prudencia social,
para que en ese edificio se logre el ejercicio de las
instituciones políticas y de las leyes civiles, para la
protección y estímulo hacia los pueblos.
*
Alerta contra determinados males que pueden abrirse paso en la
nación:
*
Ataque a los derechos de la sociedad, expresión del
quebrantamiento de la justicia.
*
Presencia de la indolencia y la inacción. A la primera la
califica de lamentable creadora de la impresión de que los
pueblos renuncian a toda tentativa de prosperidad; mientras
que a la segunda la concibe como factor que permite el imperio
del despotismo, al cual califica de horrendo y destructor,
sinónimo de barbarie. Crítica a la criminal apatía.
*
Alerta contra la posibilidad de que surjan tiranos, a quienes
identifica como abortos del infierno, traidores a la causa de
los pueblos que los mantienen.
*
Enjuicia a la soberbia humana, que oculta debilidad y origina
la obstinación política, impulsora de ideas equivocadas, en
detrimento consciente del bien de los pueblos.
*
Critica la intolerancia, y lo hace refiriéndose a la necesidad
de la tolerancia religiosa, la cual ha de reconocerse a través
de tres manifestaciones: la tolerancia teológica, la social y
la legal o civil, la primera referida a los dogmas, (admisión
de todos o por lo menos indiferencia ante la diversidad de
dogmas), la tolerancia social (prudencia de no discriminar a
nadie con motivo de su religión), y la tolerancia legal (que
sujeta a sus infractores a un castigo). No olvidar lo
expresado anteriormente respecto a la polémica con los
protestantes y a la situación real existente en Estados
Unidos, en que la religión católica resulta marginada).
*
Esboza los derechos ciudadanos, que resultan expresión del hombre,
como ente activo socialmente:
*
Elegir y ser elegidos, como rasgo del cuerpo político
democrático.
*
Defenderse de los ataques.
*
Portar ideas y defenderlas, siempre que no infrinjan las leyes
sociales y evangélicas.
*
Promover el conocimiento y la ciencia.
*
Socorrer a la patria, que es madre común.
Al expresar: “Sólo es verdaderamente libre el que no puede ser
esclavo, y esta prerrogativa sólo conviene al virtuoso”, quien dedicó
su vida a modelar hombres virtuosos, nos brinda una lección cívica de
aceptación de la lucha, que indica una concepción del hombre cívico,
capaz de participar, para labrar su destino.
Hay que tener presente que Varela concebía la independencia de Cuba
por sus propios recursos y por sus propios habitantes.
*
Reconoce el papel de la juventud en el accionar ciudadano,
cuando destaca la predisposición juvenil a abrazar las causas
justas “No hay niño que no quiera ser grande en cuerpo y no hay
joven que no quiera serlo en ideas y sentimientos”, expresa.
En el análisis muestra su estirpe de educador de modo directo cuando:
*
Aboga por su atención para evitar sus excesos, y que se disculpe
indebidamente por ellos y sugiere que en cambio, se saque
partido de sus talentos y buenas disposiciones.
*
Sugiere la importancia que concede al estudio del carácter
individual de cada joven, para actuar en correspondencia con
ello.
*
Recomienda que el joven participe en su autoeducación, empleando
para lograrlo la prudencia.
*
Resalta el valor del ejemplo para bien y para mal. …“es
absolutamente necesario que los reformadores no necesiten
reforma y que puedan presentar la cara, sin miedo de que se
descubran en ella manchas que la desfiguren”... Y él mismo
resulta un ejemplo de bien cuando declara que no sacrifica la
verdad en aras del poder.
*
Establece cómo han de ser las relaciones entre los hombres:
*
Caracterizadas por la franqueza, la generosidad, la honradez, el
desprecio de los bienes temporales, la sincera amistad, el amor
puro y el aprecio, la paz y la alegría, la obediencia sin bajeza
y la superioridad sin orgullo, la ciencia con humildad, la
riqueza sin avaricia, la pobreza sin envidia, el sufrimiento con
heroísmo, la grandeza del alma, la elevación de ideas.
*
A su vez, fustiga las injustas pretensiones, los insultos, el
desprecio, la sátira mordaz, la injuria, el denuesto, la
vanidad, la envidia y la discordia, la mentira y la hipocresía,
tanto en el plano individual como social.
*
En fin, concede valor a las buenas costumbres, que actúan como
garantes contra la malicia y confía en el sentido común de la
“muchedumbre”, capaz de dirigirse a ciertos objetos que la
favorecen y separarse de otros que la perjudican.
A partir del reconocimiento de la importancia de educar cívicamente a
la sociedad cubana y dando respuesta a la convocatoria que se nos hace
por la dirección de la Asamblea Provincial, en la Facultad de Ciencias
Sociales y Humanidades hemos encaminado esfuerzos para transformar
valoraciones y conductas que han estado manifestándose entre los
estudiantes. El trabajo se inició con la aplicación de un cuestionario
con los objetivos de determinar el conocimiento que poseen los
estudiantes de la Facultad sobre el Reglamento Disciplinario vigente y
sus consideraciones sobre las normas que este documento recoge.
A continuación exponemos algunos resultados que nos permitan meditar
acerca de lo planteado por Alarcón de Quesada, teniendo como base
situaciones concretas:
*
No todos los estudiantes reconocieron como faltas, algunas tan
evidentes como no respetar y reverenciar los símbolos patrios e incumplir
el Reglamento de la Residencia Estudiantil, que incluye el
comportamiento del estudiante en esta área de la institución,
destacando las correspondientes al cumplimiento de la cuartelería
y la prohibición de cocinar en sus locales u otros del centro
docente, que no sean los destinados a esta actividad. Ningún
estudiante se refirió a la gravedad de dichas faltas como está
expresado en el Reglamento, declarando no saber.
*
Gran mayoría de estudiantes desconoció la gravedad con que el
Reglamento Disciplinario trata a las siguientes faltas: cooperar a
la realización de un fraude docente aunque no se tenga
participación personal en la ejecución del mismo; facilitar los
servicios que sean exclusivos de alumnos becarios a personas que
no tengan derecho a los mismos; cometer, dentro o fuera del centro
de estudio, hurto de bienes de escaso valor; infringir las normas
relativas a la educación formal; ingerir bebidas alcohólicas, sin
autorización, en áreas del Centro de Educación Superior o en el
lugar donde se realiza la práctica pre-profesional.
*
No fueron reconocidas como faltas: "dañar o destruir
intencionalmente los bienes del Estado, tanto en las áreas
docentes como en la Residencia Estudiantil o en el centro donde
realice su práctica pre-profesional sin perjuicio de la
responsabilidad penal que se derive del hecho". Quienes la
reconocieron como falta, minimizaron su gravedad.
CONCLUSIONES
En “Cartas a Elpidio” Félix Varela utiliza la vía que le ofrece la
religión para exponer de un modo peculiar, con el análisis de la
impiedad, la superstición y el fanatismo, en su relación con la
sociedad, una concepción cívica que le permite diseñar a la nación
cubana, alertar respecto a los males que pudieran aquejarla, declarar
un conjunto de derechos ciudadanos y reconocer el papel de la juventud
en el accionar cívico.
Es consecuente en la obra, con el propósito que persiguió en el plano
político, de crear un espíritu público, capaz de allanar el camino
hacia la futura independencia de Cuba, a sabiendas de que el momento
era de formar hombres de conciencia.
El camino a la acción más consciente hacia la educación cívica de
nuestros estudiantes universitarios está abierto, muchas de las
enseñanzas que nos legó Varela en las Cartas a Elpidio mantienen plena
vigencia en las orientaciones y direcciones de trabajo de la educación
superior cubana, sepamos utilizar este legado sin mecanicismos,
teniendo en cuenta la realidad actual para que se cumpla el propósito
de que nuestros jóvenes quieran ser grandes en ideas y sentimientos.
BIBLIOGRAFÍA
Camps, Victoria; Salvador Giner. (1998) Manual de Civismo. Editorial
Ariel, S.A. Barcelona, España.
Céspedes García-Menocal, Carlos Manuel de. (1998) Pasión por Cuba y
por la Iglesia: Aproximación biográfica al P. Félix Varela. Biblioteca
de autores cristianos. Madrid, España.
Romero Pérez, Concepción (2009). La prevención y atención a la
indisciplina social en el ámbito universitario. Universidad de
Matanzas “Camilo Cienfuegos”. Informe parcial de investigación.
Varela, Félix. (s. a) Cartas a Elpidio. Conferencia de Obispos
Católicos de Cuba.
Varela, Félix. (1997) Espíritu público. En: Torres-Cuevas et. ali.
Félix Varela Obras: El que nos enseñó en pensar. Tomo II. Casa de
Altos estudios Don Fernando Ortiz, Instituto de Historia de Cuba.
Editorial Cultura Popular, La Habana.
Torres –Cuevas, Eduardo. (1995) Félix Varela los orígenes de la
ciencia y con-ciencia cubanas. Editorial de Ciencias Social