tema 1. el modernismo. características. la repercusión de rubén darío y el modernismo en españa introducción dijo juan ramón jiménez

TEMA 1. EL MODERNISMO. CARACTERÍSTICAS. LA REPERCUSIÓN DE RUBÉN DARÍO
Y EL MODERNISMO EN ESPAÑA
Introducción
Dijo Juan Ramón Jiménez que “lo que se llama modernismo no es cosa de
escuela ni de forma, sino de actitud. Es el encuentro con la belleza,
sepultada durante el siglo XIX por un tono general de poesía
burguesa.” A esta explicación puramente estética hemos de añadir
factores de índole histórica y cultural para entender una “crisis
universal de las letras y el espíritu”, manifestada en todos los
campos del saber humano a partir de 1885 y que representa la expresión
del hondo cambio histórico que se produce con el paso del siglo XIX al
XX.
Los grandes progresos técnicos y científicos, el rápido crecimiento
industrial, el auge de la burguesía y el enfrentamiento de la clase
obrera con la clase dirigente contribuyeron a un cambio de mentalidad
que se refleja en el desarrollo de las teorías marxistas y
anarquistas. Se extiende un sentimiento de falta de fe en el poder de
la ciencia, con el que va aparejado un alejamiento de posturas
positivistas y la influencia de filosofías irracionalistas y
voluntaristas (Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche…), que intentan
explicar la vida desde una perspectiva subjetiva e individualista.
Esta etapa se cierra con la Primera Guerra Mundial, pero en España
cabe mencionar algunos hechos destacables: el desastre el 98, con la
pérdida de las últimas colonias, no es sino la culminación de un
proceso de degeneración política y social, como se podía apreciar en
el atraso general del país (necesitado, según los intelectuales, de
una “regeneración” que no se veía favorecida por la alternancia de
liberales y conservadores, igualmente corruptos, ni por el caciquismo
rural).
La crisis de fin de siglo en España dio lugar a dos movimientos: el
Modernismo y la generación del 98. Mientras algunos críticos estiman
que esa diferenciación es innecesaria, otros entienden que, aunque
ambos pertenecen a una misma generación histórica, el Modernismo se
asocia con la preocupación estética y el refinamiento artístico,
mientras el 98 se decanta por una orientación más intelectual y
filosófica, precursora del existencialismo.
1.
El Modernismo: definición y características
1.1. Definición. Influencias
En su origen, el término “modernista”, que nació para referirse a una
corriente heterodoxa de renovación religiosa, fue usado con un matiz
despectivo, en boca de los enemigos de las novedades a las que se
asociaba. Sin embargo, hacia 1890, y sobre todo en el ámbito de las
letras hispanoamericanas, Rubén Darío y otros asumen con orgullo esta
denominación que, paulatinamente, acabará por bautizar un movimiento
artístico caracterizado por su afán renovador, por su ansia de belleza
y por su rechazo a las tendencias vigentes a finales del siglo XIX
(realismo, naturalismo, etc.).
Efectivamente, el Modernismo es un movimiento renovador que, aunque
generalmente se restringe al ámbito artístico, busca un cambio
ideológico, político y social. Tiene sus orígenes en Hispanoamérica,
hacia 1880, y nace como una afirmación de las propias raíces
americanas frente al colonialismo y el imperialismo. Llegó a España
gracias a Rubén Darío, su principal representante (con obras como Azul,
Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza), aunque los mejores
poetas españoles (Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez) mostraron
rasgos singulares. Uno de los precursores del Modernismo fue Salvador
Rueda. Entre los jóvenes poetas, junto a los mencionados Machado y
Juan Ramón, estaban Francisco Villaespesa y Rafael Cansinos Assens.
Helios fue la más importante revista del modernismo español. La nueva
estética recoge elementos de otras corrientes literarias:
*
El parnasianismo. Defienden los parnasianos (como Gautier, su
iniciador) “el arte por el arte”, es decir, el culto absoluto a la
perfección formal. Depuran y seleccionan el léxico para escapar de
toda fealdad o vulgaridad, y utilizan un lenguaje de gran
plasticidad y cromatismo.
*
El simbolismo. Basándose en la poesía de Baudelaire, Mallarmé o
Verlaine, los simbolistas creen en la correspondencia entre las
percepciones sensoriales y la vida espiritual, y consideran que la
labor del poeta consiste en descifrar esos paralelismos ocultos.
Quieren dotar a las palabras de un fuerte valor emotivo y, para
ello, buscan el matiz, la sugerencia. Dan entrada a lo irracional,
buscan lo oculto que existe más allá de la realidad corriente. El
poeta se sirve para lograrlo de instrumentos como la sinestesia y
el símbolo.
*
El decadentismo. Sus seguidores reivindican el encanto de lo
malsano, lo prohibido, lo escandaloso, lo ruinoso... Los
modernistas también sentirán atracción por lo raro, lo singular.
Además, su actitud es bohemia y anarquista porque no se ajusta a
las convenciones sociales, como demuestran en su defensa de los
“paraísos artificiales” como las drogas y el alcohol, pero también
es aristocrática por su búsqueda de la belleza y su repulsa hacia
lo vulgar.
A todo ello cabe añadir La raíz romántica de su rebeldía, de su gusto
por lo irracional, del deseo de evasión espacio-temporal y, por
supuesto, de su renovación formal. Los escritores modernistas,
descontentos con la realidad, se enfrentan a la estética dominante y
realizan una profunda renovación literaria, tanto en los aspectos
formales como en los temáticos: La estética modernista se caracteriza
por la repulsa hacia todo lo cotidiano y por la búsqueda de la belleza
y de la perfección en las formas, lo cual los aleja del Realismo
literario.
1.2. La renovación temática
Los modernistas recogieron un rico caudal que va de lo clásico a lo
moderno, de lo medieval a lo romántico, sin que nada permaneciera
ajeno a su sensibilidad, insistiendo en una serie de temas
relacionados con su concepción del mundo:
*
La búsqueda de la belleza, único medio de huir de la realidad
cotidiana y mostrar su desacuerdo con ella, es el principal motivo
artístico. Se manifiesta sobre todo en las evocaciones históricas
y legendarias (evasión en el tiempo y en el espacio): el mundo
oriental, la edad media, la mitología griega, el Renacimiento
italiano, la América precolombina, etc. En estas evocaciones de
tiempos pasados y ambientes exóticos y refinados abundan los
motivos coloristas: ninfas y dioses, jardines, palacios y
castillos, cisnes –símbolo de belleza-, princesas, salones
cortesanos, fiestas galantes, etc. Todo un mundo de belleza
refinada y aristocrática, opuesto, según los modernistas, a la
vulgaridad de la vida burguesa; lo bello e inútil se antepone a lo
utilitario y materialista.1 El refinamiento, el gusto por la
elegancia se aprecian en el léxico: las palabras se seleccionan
por su brillantez, su rareza y su capacidad de sugerencia.
*
En relación con lo anterior está el cosmopolitismo: París, ciudad
cosmopolita por excelencia, símbolo de lo exquisito y
aristocrático, se convierte en el centro del mundo modernista. Y,
paradójicamente, otro de sus temas es lo indígena, lo autóctono:
se valoran las culturas precolombinas de los pueblos
hispanoamericanos, se expresa un sentimiento de nostalgia por un
pasado legendario y se utilizan mitos guerreros como Caupolicán o
el Cid.
*
La utilización del símbolo y el mito: más que un tema, el símbolo
constituye una manera de entender la creación poética. Los
escritores modernistas utilizan símbolos para crear sensaciones y
evocar lo inefable, lo que no puede expresarse por procedimientos
racionales. Entre los símbolos preferidos por el Modernismo
destacan el color azul y el cisne, que puede tener distintos
significados: representa la belleza, la pureza, la elegancia, la
aspiración ideal, lo aristocrático; es también el poeta, el
encanto mágico, la gracia y el misterio. También recurren a mitos
clásicos como fuente de inspiración: Venus, Adonis, Orfeo...
*
Lo oculto o religioso: se recogen elementos del Budismo, el
Cristianismo, y la filosofía y religión griegas. Como Pitágoras,
se cree en el ritmo y la armonía universales. Al modernista le
atraen el misterio, lo espiritual.
*
El amor y el erotismo: en unos casos se sublima el sentimiento
amoroso y, en otros, se resaltan los aspectos más sensuales.
Aparece tanto la idealización de la amada como la pasión
desenfrenada, la exaltación del placer como la advertencia de su
carácter efímero (“Juventud, divino tesoro / te vas para no
volver...”). A veces no es el amor, sino su evocación, la
captación de momentos felices asociados al paisaje, el motivo de
la composición (Machado).
*
Otro tema importante lo constituye la expresión de la intimidad
personal (el llamado modernismo interior, de clara inspiración
romántica): la melancolía, el hastío y la tristeza como
manifestaciones del malestar existencial, sentimientos envueltos
casi siempre en ambientes otoñales o crepusculares de jardines
abandonados, parques solitarios, tardes grises, etc., paisajes
simbólicos todos ellos.
1.3. La renovación de la lengua poética
El Modernismo inicia una renovación completa de la lengua poética que
no es sino una muestra más de su anhelo estético. Con el fin de
conseguir el goce de los sentidos y la sugerencia de lo suave y
delicado, los poetas utilizan los siguientes recursos:
*
Los efectos sonoros de las palabras, que se consiguen gracias al
uso de esdrújulas, una profusa adjetivación (se concede mucha
importancia al epíteto) y las más variadas figuras retóricas:
aliteraciones (la libélula vaga de una vaga ilusión), sinestesias
(para ver de sus ojos la dulzura de luz), que permiten sugerir la
mezcla de sensaciones (la percepción de lo visual, lo táctil, lo
olfativo...), abundancia de metáforas e imágenes originales, y
todo tipo de recursos que contribuyan a crear ritmo (como las
figuras de orden sintáctico) y efectos evocadores.
*
Un vocabulario insólito que alude a realidades exóticas y
exquisitas (acanto, crisantemo, heliotropo, salterio...), a
nombres de héroes y dioses (Jasón, Pan, Afrodita...), a realidades
arcaicas misteriosas o aristocráticas (pagodas, castillos,
odaliscas, marquesas...), o al mundo fantástico de los cuentos
infantiles (Un quiosco de malaquita / un gran manto de tisú...).
El léxico se llena de cultismos, neologismos y arcaísmos.
*
El colorido o cromatismo que va de los colores suaves a los más
fuertes, a menudo dependiendo de la observación subjetiva, teñida
de melancolía o de entusiasmo, del paisaje. Se pretendía conseguir
efectos impresionistas, por medio de sensaciones, que lograron
mediante la sinestesia, los matices cromáticos y la musicalidad.
1.3.1. La renovación métrica
El ritmo es un elemento fundamental del Modernismo, que continúa una
renovación métrica que ya había sido iniciada por poetas románticos
como Rosalía de Castro o Bécquer. No sólo se persigue una sonoridad
nueva, sino también la correspondencia entre sentimiento y musicalidad.
La renovación métrica afectará a los siguientes elementos:
*
Los versos. Se utilizan versos antiguos, como el hexámetro
grecolatino, y otros de procedencia francesa. Los preferidos, por
sus posibilidades musicales, son el alejandrino, con una nueva
acentuación; el eneasílabo y el dodecasílabo, junto a los
tradicionales endecasílabo y octosílabo. Los encabalgamientos y
las rimas internas rompen la cadencia habitual del verso. Son
frecuentes las series de endecasílabos blancos (sin rima). En un
mismo poema se combinan metros diferentes, acomodándolos al
sentimiento o a la sensación que se pretende sugerir. En cuanto a
la rima, se alternan la asonante y la consonante, y se va
preparando el camino para el poema en prosa y el verso libre.
*
Las estrofas. Algunas de ellas ya se conocían y otras fueron
importadas. En cualquier caso, la composición estrófica preferida
sigue siendo el soneto, aunque con importantes variaciones de rima
y longitud del verso. Se usan también la estrofa de pie quebrado y
la silva asonantada, y se recuperan algunas caídas en desuso, como
la cuaderna vía.
*
La acentuación. Además del abundante uso de palabras esdrújulas,
se traslada al castellano la métrica clásica, basada en la
alternancia de sílabas largas y breves, que se sustituyen por
sílabas tónicas y átonas, respectivamente: Ínclitas razas ubérrimas
/ sangre de Hispania fecunda... (larga-breve-breve;
larga-breve-breve...).
En conclusión: La poesía modernista es a menudo una explosión sensual
donde los colores, los sonidos, los aromas, los sabores y las
impresiones táctiles impregnan las evocaciones del paisaje y sus
figuras a través de una estilización e idealización extremas; pero, de
otra parte, también se introducen los tonos grises e intimistas de la
sensibilidad, de los estados de ánimo o de las visiones individuales
del mundo, todo ello desde la búsqueda de la belleza y mediante una
profunda renovación temática y formal.
2.
La repercusión del Modernismo en España: Rubén Darío y el
Modernismo en Valle-Inclán
Félix Rubén García Sarmiento (Metapa, Nicaragua, 1867 – León,
Nicaragua, 1916), conocido como Rubén Darío, lector y poeta precoz,
conoció muy pronto la literatura francesa moderna, viajó por Europa y
Suramérica como diplomático o corresponsal de prensa, y sufrió agobios
económicos y la dependencia del alcohol. Sus libros revolucionaron la
poesía en lengua española.
Efectivamente, la poesía española cambió con Rubén Darío. Cuya
personalidad ya en la época asombró a todo el mundo. No hubo nadie,
desde los presidentes de las repúblicas sudamericanas hasta los poetas
de aquí y de allá, que no quedara fascinado por el talento de aquel
joven que en diez o quince años iba a contagiar con su nueva manera de
hacer a todo el continente y a la Península. La suya fue, ya queda
dicho, una verdadera revolución poética. Sus primeros libros, “Azul” y
“Prosas profanas”, fueron una sorpresa y una revelación. Sus poemas
sonaban a otra cosa. Eran versos enjoyados, bizantinos, exóticos,
cruzados por tigres de Bengala y canguros increíbles. Los ritmos son
sincopados, los acentos ligeros, las rimas inverosímiles y audaces. “Lo
que yo veo precisamente en usted –le dirá Unamuno-, es un escritor que
quiere decir en castellano cosas que ni en castellano se han pensado
nunca ni pueden, hoy, con él pensarse”. Quizás tuviera alguna razón
Unamuno el año en que lo dijo, 1898. Pero en 1905 Rubén iba a publicar
uno de los grandes libros de la historia de la poesía española. Hasta
entonces todo era demasiado frívolo y decorativo. La publicación de “Cantos
de vida y esperanza” lo cambiaría todo. Un poeta hondo, de acentos
graves, de muy lejana resonancia iba a conmocionar los cimientos de la
lírica castellana y de toda cuanta se hacía en América.
Su obra poética arranca con “Azul” (1888), poemario con abundancia de
temas exóticos donde destaca su poema al héroe Caupolicán. En 1896
publica “Prosas profanas”, su libro más claramente esteticista:
ambientes refinados, motivos exóticos, tiempos pasados… Un mundo de
fantasía lleno de cisnes, princesas y seres mitológicos, como se ve en
“La sonatina”.
“Cantos de vida y esperanza” (1905) supone el inicio de una etapa
diferente, con temas subjetivos e intimistas (véase el poema “Lo fatal”),
hispánicos o políticos. En esos versos hay un Rubén más reflexivo, con
hondas preocupaciones existenciales, más cercano a las inquietudes de
poetas que seguirán su estela, como Antonio Machado.
Por todo ello, Rubén Darío está considerado como el gran renovador de
la poesía en lengua española, tanto en los temas como en la métrica
(practicó todas las estrofas clásicas, con importantes innovaciones) o
el lenguaje.
Los primeros en declararse aquí seguidores de Rubén y del nuevo arte
modernista que sus versos traían fueron, en primer lugar, Valle-Inclán
y Villaespesa, luego los Machado y por último Juan Ramón2. Y después
muchos más. Casi todos.
Como su hermano Antonio y Juan Ramón Jiménez, Manuel Machado renunció
en sus versos a lo decorativo y suntuoso, en busca de una poesía
interior. La influencia modernista se aprecia en su primer poemario, “Alma”
(1900), donde aparecen paisajes exóticos, erotismo y amor por lo
hispánico, entre otros motivos poéticos. Cuando se publicó en 1907 con
el título de “Alma, museo, los cantares”, mereció un elogiosísimo
prólogo del sesudo y antiflamenquista Unamuno. Otras obras suyas, en
las que son destacables el gusto por las estrofas clásicas y el
humorismo, son “El mal poema”, influido por Baudelaire y Verlaine, o “Cante
hondo”.
La literatura de los españoles (salvo la de Valle, más
convencionalmente modernista) fue más íntima, silenciosa y opaca que
la del maestro Rubén. Encontraremos menos brillantez externa: menos
ninfas, menos princesas, menos cisnes… Predomina el intimismo, las
sonoridades son menos rotundas y menores los alardes formales. El
Modernismo español tiene poco de parnasiano y explora sobre todo la
veta simbolista que les liga muy estrechamente a la poesía de Bécquer.
El Modernismo en Valle-Inclán (1886-1936)
Ramón María del Valle-Inclán, viajero y bohemio de figura
inconfundible, se dedicó por entero a la literatura y destacó en el
género teatral con obras que van desde lo mítico y rural hasta los
esperpentos, más vinculados con las ideas noventayochistas3. Pero
también escribió cuentos (“Femeninas”, “Jardín umbrío”) novelas (“Sonata
de Otoño”, “Sonata de Estío”, “Sonata de Primavera” y “Sonata de
Invierno”) y poesía (“Aromas de leyenda”).
Tal vez el ejemplo de modernismo más claro sean las “Sonatas”, unas
supuestas memorias del Marqués de Bradomín, un “don Juan feo, católico
y sentimental”. Rodeadas de una aureola de leyenda y misterio, se
relatan las aventuras y amores de este personaje elegante, exquisito y
amoral, con evidentes muestras de erotismo, sensualidad y esteticismo.
Se exalta en ellas un mundo lejano, exótico y decadente con una prosa
que comparte las características que Rubén Darío trajo a la poesía: es
una prosa rítmica, refinada, rica en efectos sensoriales, bellísima.
Como señala Fernández Almagro "busca, dentro de la tradición
castellana, ritmos nuevos, imágenes de primera mano y palabras que
sorprendan". Se aprecia "un gusto por lo exótico, lo pintoresco y lo
raro, lo exquisito, trabajado y suntuario y, especialmente en las
Sonatas, es patente el influjo de D'Annunzio, Barbey d'Aureville y Eça
de Queiroz.
En general, en su prosa modernista Valle parece asumir el principio
parnasiano "del arte por el arte" y practicar "el culto simbolista de
la alusión y de la sensación". Hay una búsqueda continua de la
musicalidad al estilo de Rubén Darío y una huida consciente y continua
del realismo y el utilitarismo.
1 El exotismo tomó una doble dirección: hacia afuera en el espacio
(Versalles, Roma, Ávila, Japón y China atraen a los hispanoamericanos,
mientras que Boston, México o los Andes gustan a los españoles), y
hacia atrás en el tiempo (especialmente la Francia dieciochesca y la
Grecia clásica). Así, por poner algún ejemplo, los poemas se llenan de
alusiones a Oriente (elefantes, pagodas chinas, flores de loto, etc.)
o a Grecia (peristilos, estatuas de Venus...).
2 Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez se estudiarán en el tema 4.
3 De su teatro y, en particular, de sus “esperpentos”, nos ocuparemos
en otro tema.
7

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  • PENTACHLOROPHENOL (PCP) TRACK A REVIEW FOR THE UNECE LRTAP
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  • B CELEBRATING VOLUNTEERS WHO KEEP AREA HISTORY ALIVE NEWS
  • PRZYKŁADOWY PROPONOWANY ZAKRES ZADAŃ DLA ZAWODU POZOSTALI PRACOWNICY OBSŁUGI
  • US DEPARTMENT OF THE INTERIOR SENIOR EXECUTIVE SERVICE
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  • FORMA DE CONSENTIMIENTO CORTA POR ESCRITO PARA LA PARTICIPACION
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  • CLAUSULA ADICIONAL COBERTURA ODONTOLOGÍA ADICIONAL A SEGURO COLECTIVO COMPLEMENTARIO
  • PÁGINA 295 CAPÍTULO 8 RNA TRANSCRIPCIÓN Y PROCESAMIENTO
  • RESOLUCION EXENTA SII N°145 DEL 28 DE DICIEMBRE DEL
  • APPENDIX 1 SPEAKERS DIRECTORY TO ANNEX H GUEST SPEAKERS
  • COMITÉ ÉTICO DE INVESTIGACIÓN CON MEDICAMENTOS (CEIM) ANEXO X1