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Desconfianza mexicana: Gastamos un chorro en agua
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http://www.vanguardia.com.mx/desconfianzamexicanagastamosunchorroenagua-2367323.html
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27 Agosto 2015
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Preferimos comprar una botella del vital líquido que tomar de la
llave, que es gratis. Desconfiar del agua potable nos tiene entre los
tres primeros consumidores mundiales de agua embotellada
POR: REPORTE INDIGO
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domingo, 23 de agosto del 2015
México, DF. El agua no es un lujo, pero al menos en México se trata
con tal. El País figura entre los tres primeros del mundo donde más se
consume agua embotellada.
De acuerdo a datos de la consultora Euromonitor International, México
fue el año pasado el principal consumidor de agua embotellada en el
mundo.
Cada mexicano tomó 163.5 litros. Un estudio de 2011 del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), ya reveló que el 81% de los
mexicanos consumía agua embotellada.
Esto a pesar de que según cifras de la Comisión Nacional del Agua
(Conagua), a fines de 2013 —últimos datos disponibles— la cobertura de
agua potable a nivel nacional era de 95.4 por ciento en zonas urbanas
y 81.6 por ciento en zonas rurales.
Aún así, los mexicanos preferimos gastar más dinero en botellas de
agua que abrir la llave, ya que desconfiamos de los servicios de agua
potable. Tampoco confiamos en las instituciones que proveen el
líquido.
Raúl Pacheco-Vega, profesor investigador del Centro de Investigación y
Docencia Económicas (CIDE) detalla que son tres los factores influyen
en el elevado consumo de agua embotellada en el País:
“La poca confiabilidad en los sistemas operadores de agua, el
incremento del acceso y la conveniencia del agua embotellada y la
falta de una estructura regulatoria que controla esta industria”.
Y es que en el País ni siquiera existe un sistema de monitoreo que nos
permita conocer cuál es la calidad del agua, esto, pese a que así lo
contempla el Artículo 4 constitucional al que se incorporó el derecho
humano al agua potable y saneamiento, señala en entrevista Jorge
Alberto Arriaga, coordinador del Observatorio Hídrico del Programa de
Apoyo al Desarrollo Hidráulico en Puebla, Oaxaca y Tlaxcala, de la
UNAM.
A decir de Arriaga, el grupo más afectado por esta “inseguridad
hídrica” en México, son los más pobres.
En algunos municipios de Oaxaca, por ejemplo, hay personas que gastan
hasta el 20 % de sus ingresos en agua embotellada. En general, los
hogares mexicanos desembolsan entre 5 y 10 %de sus ingresos en agua
embotellada. Sin embargo, entre los pobres, ese gasto llega a
representar el 20 %. Además, las mujeres –quienes son las encargadas
de administrar el agua en el hogar– no duermen porque tienen que estar
escuchando cuando empieza a gotear para poner sus cubetas y
almacenarla.
Algunas veces el agua les llega a la una o dos de la mañana. Otros
días simplemente no llega.
“Entonces tienes que estar al pendiente de a qué hora te va a llegar.
Y eso no te permite tener una vida digna”, señala Arriaga.
Y todo parte del hecho de que, en México, al agua no se le ve como un
mecanismo de justicia social, comenta. No se toma conciencia de que el
agua está relacionada con la salud, la alimentación, que es un
elemento central para que las personas tengan una vida digna.
Si es de la llave, no
La credibilidad en las instituciones encargadas de proveer el agua
potable en México es muy baja, en particular del gobierno, apunta
Jorge Alberto Arriaga, coordinador del Observatorio Hídrico del
Programa de Apoyo al Desarrollo Hidráulico de los Estados de Puebla,
Oaxaca y Tlaxcala (PADHPOT) de la UNAM.
“Tu no crees que el agua que te dan sea de la calidad necesaria. Es
como una extensión de la poca credibilidad que les tenemos a los
gobernantes y al gobierno en general. Eso también se refleja en el
agua. Incluso aunque te digan que te la puedes tomar, tú desconfías”,
detalla.
“Nosotros, los universitarios, contamos con una plataforma con la que
analizamos en tiempo real cuál es la calidad del agua, y es de acceso
público para todos los trabajadores. Entonces yo puedo desconfiar de
las autoridades universitarias, pero tengo una manera de comprobar que
el agua que me tomo cumple con parámetros exigidos por la norma para
el consumo humano”.
Sin embargo, este sistema de medición no existe a nivel nacional.
Arriaga refirió que en encuestas realizadas entre la población, el
100% de la gente no confía en la calidad del agua.
“Como te la está dando el gobierno, y con el gobierno hay una gran
desconfianza, tú le tienes desconfianza al agua producto de ese
sistema”, explica.
En algunos casos, cuenta, a la gente le llega un agua con color y
sabor a cloro y aunque el líquido sea potable, no se la toman.
Para el doctor Raúl Pacheco-Vega, profesor del CIDE e investigador
especializado en saneamiento, aguas residuales y control de la
contaminación, México tiene algo de la mejor ingeniería sanitaria e
ingeniería ambiental y tratamiento de agua que hay en el mundo y aún
así, la gente desconfía.
“El instituto de ingeniería de la UNAM, tiene de los mejores expertos
en tratamiento de agua en el mundo. Y sin embargo, le tenemos miedo y
un pánico (al agua de la llave)”, explica.
A falta de agua, refresco...
El derecho humano al agua potable y saneamiento es inexistente para
quienes viven en las comunidades más pobres y marginadas del País. Y
si a esto se le agrega la cultura que convierte a los refrescos en el
sustituto del agua, la situación se complica.
Una investigación global encabezada por el cardiólogo y epidemiólogo
Dariush Mozaffarian, de la Escuela de Salud Pública de Harvard, revela
que México es el país con mayor número de muertes atribuibles al
consumo de bebidas azucaradas, con 24 mil 100 decesos anuales en 2010.
“Si consideramos que en México ocurren alrededor de 150 mil muertes
anuales solamente a causa de la diabetes (80 mil) y las enfermedades
cardiovasculares (70 mil), al menos tenemos aproximadamente 15 mil
muertes anuales asociadas al alto consumo de estas bebidas, de acuerdo
al estudio dirigido por el doctor Mozaffarian”, señaló en un
comunicado Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor.
La carencia de servicios de agua potable y saneamiento es un círculo
vicioso que en general afecta más siempre a los más pobres.
“Ya fue un gran avance incluir en la Constitución el derecho humano al
agua. Sin embargo, al incluirlo se mandataba tener una nueva ley
general de agua, que hasta el momento no la tenemos.
“La ley general del agua debe ser lo suficientemente incluyente como
para reconocer las dificultades reales que existen para dotar de agua
potable y saneamiento a toda la población de México”, refiere Jorge
Alberto Arriaga.
En promedio, el Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS) a
refrescos y bebidas azucaradas -un peso por litro- que entró en vigor
en enero del año pasado redujo las compras de estos productos en 6 por
ciento durante el 2014. Esta cifra alcanzó el 12 por ciento al
finalizar el año.
En consecuencia, aumentó en 4 por ciento el consumo de bebidas sin
impuesto, en especial agua embotellada.
Si bien el gravamen a bebidas azucaradas tuvo un impacto positivo en
el cambio de conducta en pro de la salud pública, a la vez se sumó a
la lista de factores que favorecen la compra de agua embotellada, como
la desconfianza en los servicios públicos de agua y saneamiento, y el
mal servicio de los mismos. Esto, aunado a la tendencia global hacia
el consumo de productos más saludables.
El ‘remedio’ embotellado
Otro factor que influye en el elevado consumo de agua en el País es la
infraestructura, que en algunas ciudades “es muy deficiente”, señala
Raúl Pacheco-Vega.
“Por ejemplo, si hay tinacos muy maltratados y no se limpian, si no
hay directamente conexión de la llave (a la red de agua potable), si
no hay filtros en cada casa. Obviamente que le van a tener miedo al
agua”.
Pero no solo los hogares más pobres del país tienen que lidiar con un
mal servicio de agua potable y saneamiento. El mal servicio lo
padecemos todos.
Cerca del 35 % de las personas que no está en niveles de pobreza,
tienen un acceso irregular al agua potable.
¿La solución? Comprar botes y más botes de agua. Y el problema es que
cada que compramos una botella de agua estamos contribuyendo a su
mercantilización, a su comodificación. Se convierte en una mercancía,
advierte Pacheco-Vega.
Por dependencia
50 mil 578 garrafones consumió el IMSS en 100 inmuebles donde toman
agua embotellada.
3.2 millones de pesos gastó Conagua en 2014 en garrafones de 2º litros
en sus diferentes edificios en el País.
236 pesos es lo más caro que se pagan los garrafones. El gasto lo
reporta la Comisión Federal de Electricidad.
23 mil 528 pesos es el costo anual de garrafones en el Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México. Costaron casi medio millón de
pesos.
1 pesos paga Liconsa por un litro de agua. Hay sitios en el País en el
que cobra lo mismo por un litro de leche.







