muchas veces, en el transcurso de nuestras vidas perdemos buenas oportunidades de empleo porque no supimos desenvolvernos adecuadamente en la
Muchas veces, en el transcurso de nuestras vidas perdemos buenas
oportunidades de empleo porque no supimos desenvolvernos adecuadamente
en las entrevistas de trabajo. En la mayoría de los casos culpamos al
hecho que "No cubríamos el perfil" Pero la realidad es que, muchas
veces las empresas contratan a personas que en realidad no cubrían el
perfil al 100% pero que se vendieron extraordinariamente bien en la
entrevista.
Cuando nos vendemos muy bien en las entrevistas, lo que ocasionamos es
que nos hagan una oferta de trabajo casi instantánea, pero lo más
seguro es que derive en un futuro cercano en un despido, porque " no
dimos el ancho ".
El caso opuesto es cuando somos unos verdaderos genios pero tan malos
para vender nuestras aptitudes que casi terminamos suplicando por un
trabajo y colocarnos a un sueldo bajísimo.
La diferencia entre estas dos situaciones la llamaremos "Carisma" El
carisma puede ser desde una personalidad que nace innata hasta una
actitud hacia la vida que se va desarrollando.
Puede ser frustrante el saber honestamente que no somos ni
carismáticos ni siquiera agradables, pero si reflexionamos un poco nos
daremos cuenta que si convivimos con un bebé. El que sea. Es muy
carismático. Todos los bebés son carismáticos, incluyéndonos a
nosotros.
Si lo carismático se nos ha ido quitando con el paso de los años es
por creencias aprendidas, heredadas, copiadas, por bajas en la
autoestima, etc.
Entonces si anteriormente mencioné que el carisma es una actitud hacia
la vida que se va desarrollando ahora lo llamaría mejor: Una actitud
en la vida olvidada que se re-aprende.
Muchas veces en las entrevistas de trabajo el carisma lo merma el
terror a ser rechazados, el miedo a hacer el ridículo o la inseguridad
de no hacer o decir todo perfectamente bien. Olvidamos sonreír,
olvidamos repetir el nombre del entrevistador frecuentemente - lo
olvidamos porque lo más seguro es que cuando el entrevistador te dijo
su nombre, por los nervios lo
olvidamos instantáneamente-.
Nos han enseñado que las entrevistas de trabajo son acontecimientos
formalísimos en donde estamos frente a una mano acusadora y una mente
inquisitiva en donde la única finalidad del entrevistador es hacernos
enfermar con preguntas cuyas respuestas son demasiado íntimas y no
queremos compartir con nadie. Partimos entonces de la base que el
entrevistador es
nuestro enemigo.
Al comparar la entrevista de trabajo con nuestro examen profesional
obviamente se nos quita el hambre desde el momento que nos dan una
fecha para presentarnos a tal o cual empresa.
Ahora, las buenas noticias que te tengo con respecto a las entrevistas
de trabajo son las siguientes:
Primero: No es un examen, si bien ellos están evaluándote a ti si les
conviene contratarte, tú estás allí para ver qué tanto te conviene
trabajar en esa empresa para esa persona. ( Si es que quién te está
entrevistando es tu jefe)
Segundo: No asumas que te están haciendo el favor de entrevistarte,
quienes se están haciendo el favor de entrevistarte son ellos mismos.
¿Por qué? Porque les interesas, nadie da entrevistas gratis sin algún
interés de por medio. En segundo lugar, la mayoría de la gente que
llega a la entrevista pensando en el gran favor que le están haciendo
pierde totalmente la asertividad en ésta y cae en una actitud de -
estoy de acuerdo en todo lo que me digas- que resulta totalmente
irritable para el entrevistador.
Tercero: Quién te está entrevistando es una persona. Como tú. Con
problemas y preocupaciones. En las entrevistas, tanto por la posición
que representa para nosotros el entrevistador, como por los nervios
que nos matan, tendemos a idealizar demasiado al entrevistador
otorgándole dones divinos de Dios o Semidios en donde nosotros
quedamos reducidos a poco menos que cucarachas. Lo malo de sentirse
así es que no se puede disimular y eso se traduce en toda una serie de
inseguridades que proyectamos en la entrevista.
Cuarto: Así como quién te está entrevistando es una persona, él no
espera de ti que seas un extraterrestre dotado de todo tipo de
maravillas. La clave del éxito en la entrevista entonces está en
tratar al entrevistador como persona y comportarte con toda
naturalidad, como si fuera el entrevistador un amigo que acabas de
conocer sobre el cuál tú tienes curiosidad de saber más y el cuál te
quiere conocer más a fondo a ti.
Si olvidamos por un momento la seriedad del asunto y si lo tratamos
como un acontecimiento común y corriente, nuestras probabilidades de
éxito aumentan. En la mayoría de las empresas en la que nos vamos a
entrevistar nos toca una entrevista con el que sería nuestro jefe
directo. El, aparte de evaluar qué tan bien podemos hacer el trabajo
evalúa nuestra personalidad y
evalúa por supuesto qué tan bien cree que vamos a congeniar con él.
¿Qué pasa entonces si en esa entrevista el tiene de frente a una
persona rígida, incapaz de sonreír y que se nota a leguas que está
sufriendo? Es obvio que aunque él vea que sí podemos hacer el trabajo
lo va a pensar dos veces para contratarnos. El sólo va a estar
titubeante pensando: ¿Me gustaría trabajar con este manojito de
nervios?
La otra cara de la moneda es cuando el entrevistador ve que puedes
hacer el trabajo, aunque no dominas a la perfección y aunque él ha
entrevistado gente que puede hacer el trabajo mejor que tú. Pero pasó
un rato tan agradable contigo en la entrevista, encontró tantos puntos
en común contigo, se dio cuenta que se van a llevar a las mil
maravillas que no le preocupa que no llenes al 100% el perfil laboral.
Mejor dice, voy a contratar a esta persona y lo que no sepa hacer yo
le enseño, pero vamos a trabajar muy bien juntos.
En pocas palabras el carisma es el dejarnos de preocupar por lo que
piensen los demás de nosotros y tenernos a nosotros mismos en un alto
concepto para que nuestro desempeño en la entrevista sea el óptimo, es
decir, justo como nosotros somos sin tener que fingir.
Actitud básica para dar una entrevista exitosa











