MADRE GIOVANNA FRANCESCA UNA PEQUEÑA GRAN MUJER Ilustraciones De

madre giovanna francesca una pequeña gran mujer ilustraciones de umberto gandolfi texto a cargo de las novicias misioneras fra

MADRE GIOVANNA FRANCESCA
UNA PEQUEÑA GRAN MUJER
Ilustraciones de Umberto Gandolfi
Texto a cargo de las
Novicias Misioneras Franciscanas
del Verbo Encarnado
MADRE GIOVANNA FRANCESCA
UNA PEQUEÑA GRAN MUJER
Ilustraciones de Umberto Gandolfi
Al cierre del Año Centenario del nacimiento de Madre Giovanna
Francesca del Espíritu Santo, las Novicias de las Misioneras
Franciscanas del Verbo Encarnado desean dar a conocer esta gran “mujer
de Dios” a todos los jóvenes y las jóvenes que comienzan a preguntarse
por el sentido de la propia vida.
Blanquea el Alba:
es Tu despertar!
Sonríe la Aurora:
es Tu levantar!
A las 4:30 del 14 de Setiembre de 1888, en Reggio Emilia, nace Luisa
Ferrari. “Su nacimiento es casi una sorpresa. Se esperaba pero no se
preveía inminente. Nace mientras la familia se muda y así entra en el
mundo y se abre a la vida con la valija en mano
Luisa nace grácil; se teme por su salud y es bautizada en la casa. El
Rito del Bautismo fue completado en la Catedral de Reggio Emilia; le
es dado el nombre de Luisa.
Esta niña es la última de siete hijos (cuatro varones y tres mujeres);
la madre Eurosia es muy religiosa, mientras el padre Giuseppe,
creyente pero no practicante, está inmerso en la escuela como Profesor
de Letras.
Luisa crece como todos los niños; ama la companía, la vida simple; le
gusta saltar, correr, cantar. A los 12 años vive un episodio muy
significativo: es el inicio del siglo XX, el año 1900. Se siente como
atraída hacia el cielo, abre la ventana, se sienta sobre el alféizar y
siente el deseo de ofrecer su vida por el nuevo siglo que está
naciendo.
En el 1901 recibe la Pirmera Comunión y, llena de gozo, se vuelve a
Jesús para confiarLe el deseo de conocerLo y amarLo siempre más.
Durante los años de escuela sus intereses son absorbidos por el
estudio, por la oración, por cualquier trabajo doméstico y por algunas
diversiones. Luisa se dedica a la oración aunque los familiares la
obstaculicen.
Luisa, sin conocer aún a San Francisco, está enamorada de todo lo que
se presenta desnudo y pobre, desde las paredes al techo. De hecho se
recoge fácilmente en lugares silenciosos, solitarios, desadornados
como el altillo y el sótano. Y aquí encuentra el modo de recogerse,
sea tras los barriles como las leñas del altillo
Después de los años de la escuela elemental, consigue el Diploma
Magisterial; estudia los idiomas inglés y alemán y frecuenta la
escuela musical de Reggio Emilia.
A la edad de 19 años piensa de donar toda su vida a Dios, pero no sabe
como: quiere ser amante de Dios y de todas las creaturas como San
Francisco, ejemplo que “encuentra” en la persona de los Frailes
Capuchinos de su ciudad.
Luisa decide seguir a Jesús bajo el ejemplo del Santo de Asís, que ama
hacer conocer. Por esto la vemos llena de entusiasmo, subir al carro,
improvisado como palco, y hablar de Francisco delante de miles de
personas que la escuchan con gran admiración.
En ocasión de una conferencia realizada a señoras comprometidas en la
asistencia de un grupo de obreras, Luisa conoce a Margarita que desde
aquel día se transforma en su inseparable amiga.
Luisa, bajo el ejemplo de San Francisco, quiere experimentar la
humillación de pedir limosna.
Un día del 1919 se presenta al comedor de los pobres de los Padres
Capuchinos de Fidenza y después de haber escondido el rostro y el
cabello para no dejarse “reconocer”, pide como todos los “pobres” un
plato de sopa.
Luisa es feliz de ser pobre entre los pobres!
Durante una peregrinación en un pueblo de la Romagna, Luisa escucha
aquellas palabras del Evangelio: “Preparen los caminos del Señor”. Es
profundamente tocada por estas palabras de Juan Bautista, palabras que
permanecen fijas en su corazón.
Los dones y las cualidades de Luisa son por todos conocidos; goza de
mucha confianza y le es confiado el encargo empeñativo de Inspectora
en una escuela para niños discapacitados. Como asistente tiene a su
amiga Margarita: aman a estos niños con todo el corazón y para hacer
crecer en ellos el amor hacia el prójimo, al comedor de la escuela,
invitan también a los pobres.
Luisa está enamorada de la Virgen María. A menudo, con su amiga
Margarita, va al Santuario cercano para rezar... Un día parten con un
carruaje, pero en Fidenza el caballo se echa a tierra y no quiere más
continuar... las dos amigas no se desalientan, y sostienen al
caballito alimentándolo con la torta de arroz que llevan desde la casa
para el almuerzo.
En 1923 Luisa, en companía de su amiga Margarita, va al Santuario de
la Virgen de Loreto. Aquí el Señor la ilumina sobre el proyecto que ha
preparado para ella. Ella comprende en que modo “preparar los caminos
del Señor”:... amando a los hombres y mujeres como los ha amado Jesús
que ha venido a la tierra haciendo el bien a todos.
En la pequeña ciudad de Reggio Emilia todos conocen a la señorita
Luisa Ferrari. Es una joven cordial, espontánea, libre, fuerte,
impulsiva e inmensamente sensible; es asustadiza y valiente al mismo
tiempo, basta decir que en el 1924, cosa insólita para una mujer,
otiene la libreta de conducir automóbiles.
Sueña poder convertirse en el chofer de los pobres de Cristo.
Sucesivamente Luisa es llamada a ocuparse del Instituto para Ciegos de
Reggio Emilia, donde los internados sufren por varios abusos. Luisa
siente que tamién aquí es necesario “preparar el camino” y emprende
valientemente las defensas de los no videntes, logrando hacer respetar
sus derechos.
Pasan los años; Luisa espera conocer como traducir la invitación de
Jesús a prepararLe el camino.
A pesar de las incertezas y las dificultades, Luisa, confiada y
tranquila, mira hacia el futuro. Providencialmente encuentra a Padre
Daniel que desde aquel día se convertirá en su “guía espiritual” y a
quien ella afectuosamente llamará “Padre Luz”.
En tanto otras jóvenes, fascinadas por el entusiasmo con el cual Luisa
y Margarita siguen al Señor, se unen a ellas.
El 10 de Diciembre de 1929 siete jóvenes se consagran al Señor: Luisa,
que se convierte en Sor Giovanna, Margarita, Sor Paola; después Sor
Magdala, Sor Luisa, Sor Clara, Sor Daniela y Son Antida; Sor Giovanna
llama a esta primera comunidad: “El junquillo del Verbo”.
Flecha el mediodía:
es Tu parada!
Se desliza el Ocaso:
es Tu silencio!
En 1930, la tarde del 8 de Diciembre, Sor Paola, Sor Magdala y Sor
Luisa parten para la primera misión: Motta Filocastro, un pueblito de
la Calabria. Con esta primera casa, Madre Giovanna da inicio
públicamente a la Familia de las Hermanas Misioneras Franciscanas del
Verbo Encarnado.
Tres años después el Obispo de Guastalla (RE) pide a Madre Giovanna de
abrir una misión en Villarotta; ella acepta feliz! El arrivo en este
pequeño pueblo de la provincia es “mojado”: Madre Giovanna y sus
compañeras encuentran la pobre casa inundada; pero a pesar de esto,
llenas de gozo y coraje, afrontan la nueva aventura.
Con gran entusiasmo comienzan a visitar a las familias y a entrelazar
la paja en los heniles, con la gente del lugar, para acercar a Dios a
quien estaba lejos.
Curan a los enfermos y se dedican a la educación de los niños.
El tiempo pasa, la Familia crece: se expande en toda Italia. Las
casas, que Madre Giovanna abre, son pequeñas y esenciales, en todas la
pobreza es grande, también por motivo de los tiempos difíciles...
Inician los años duros de la guerra. Madre Giovanna se encuentra con
algunas hermanas evacuada en Valtellina... y allá se hacen disponibles
también para socorrer a los heridos, sin discriminación.
Todos se maravillan de las hijas de Madre Giovanna; viendolas así
libres y desenvueltas, dicen: “van hasta en bicicleta!” y “van a las
casas de la gente a curar a los enfermos y a hacer los trabajos
domésticos más humildes!”.
Madre Giovanna esta llena de gozo por todo aquello que el Señor
continúa donándole; siente siempre más fuerte el deseo de anunciar el
Evangelio también a los hermanos más lejanos.
Por ello, en 1948, parten las primeras cuatro hermanas para Uruguay:
el inicio de su misión es difícil, pero son animadas por la acogida
que reciben del pueblo.
El tiempo transcurre... Madre Giovanna estaría casi jubilada... pero
tiene en el corazón la energía de una ventiañera y, apenas es posible,
parte con la turbo nave “Conde Grande” para la tierra de misión.
El espacio de la nave es “pequeño”; pero Madre Giovanna encuentra el
modo de establecer discurso con este y con aquel, hasta con el Capitán
de la nave, que se convertirá en su amigo.
Cuando, en el 1962, retorna a América Latina con el avión, establece
una sólida amistad también con el Piloto, que a ella recurrirá con
filial afecto.
Estamos en el Año Santo de 1975, y Madre Giovanna participa con gran
entusiasmo a este evento... va a Roma y en San Pedro reza en la tumba
de los Apóstoles por su Familia Religiosa y por las necesidades de
toda la humanidad
Madre Giovanna vive en Fiesole y su salud siente los años que pasan...
parece quedarse siempre más pequeña y diminuta, pero conserva una
inteligencia muy viva que le permite seguir aún, cada día, los
problemas del mundo y de la Iglesia.
Dedica todas sus jorandas a la oración, a escribir, a recibir a las
personas que vienen a encontrarla para buscar luz y confort.
El tiempo se sucede y mientras sus hermanas “vuelan” por las calles
del mundo, Madre Giovanna, ya con 96 años, con los ojos azules,
límpidos e intensos, mira seguido el cielo diciendo: Pero, cuándo
volaré a Ti, oh Señor?
En su pequeño cuarto de Fiesole, envuelta en el silencio, con las
manos que desgranan el rosario, Madre Giovanna, sufriendo, lleva a
término la ofrenda de su vida al Señor.
Es el alba del 21 de Diciembre de 1984.
El Señor ha llegado...
Madre Giovanna retorna a Él.
La dulzura de aquel pasaje
dona a todos los que están presnetes,
alegría, paz y luz.
Madre Giovanna tiene 96 años.
En el cuarto permanece el eco de su voz:
“Grande aún es la vida que les queda!
Corramos, volemos, donémonos totalmente
en un amoroso esfuerzo de adhesión a los nuevos problemas”
“Al principio ya existía la Palabra.
La Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Ya al principio ella estaba junto a Dios.
Todo fue hecho por ella, y sin ella no se hizo nada
de cuanto llegó a existir.
En ella estaba la vida,
Y la vida era la luz de los hombres”
Jn. 1,1-4
Según su deseo es sepultada en la Capilla de la Casa del Noviciado de
Asís.
Había dicho:
A Asís voy a dormir...
si me llamarán, aunque desde lejos,
les responderé”
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Cae la noche:
es Tu silencio”
Una Pequeña Gran Mujer
Durante el verano de 1907, Luisa se inferma y es manda con el hermano
médico che vive en campaña.
En el jardín de aquella casa hay una gruta muy suggestiva y atrayente.
Luisa entra en la gruta. Allí se siente como envuelta de un abrazo
inpensable, inesperado y oye una voz: clara, penetrante, decidida:
“Serás Madre de Hijas y Hijos"!
Luisa queda extasiada: en aquella gruta Dios la había esperado.
Desde ahora Luisa buscará cómo donar toda su vida a Dios.
Luisa quiere ser amante de Dios y de todas las criaturas como San
Francesco de Asís que le "encuentra" en la persona de los Frailes
Capuchino de su ciudad.
Convertida en terciaria franciscana la vemos, llena de entusiasmo,
subir sobre un carrito, improviso como palco, y hablar de San
Francisco delante de una gran muchedumbre que la escucha con gran
estupor.
“ Con la muerte todo empieza: ella es la obra maestra de la vida.
Hasta luego en la patria celeste que "sólo amor y luz tiene por
confín"
(del Testamento de Madre Giovanna)